El cuadro muestra una imagen llamativa y enigmática de una mujer con rasgos delicados y un rostro expresivo. Su piel es clara y sus ojos verdes se destacan, miran directamente al espectador, transmitiendo una sensación de fuerza y calma. A su lado, en una composición simétrica, hay dos leopardos con pelaje moteado, cuyas cabezas flanquean el rostro de la mujer. Los leopardos parecen tranquilos, casi protectores, como si formaran parte de un vínculo íntimo con la figura central.
En la parte superior de la cabeza de la mujer, hay detalles florales con rosas rojas, combinadas con lo que parecen mariposas azules, añadiendo un toque de surrealismo y belleza natural a la imagen. El fondo es oscuro, lo que hace que los elementos principales —el rostro de la mujer y los leopardos— destaquen con gran contraste y claridad. La composición transmite una sensación de conexión entre lo humano y lo salvaje, con un toque místico y elegante.
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