El cuadro muestra una imagen de un rostro humano dividido en dos mitades contrastantes. La mitad izquierda está pintada en un tono blanco brillante, mientras que la mitad derecha está en un tono negro profundo. El rostro tiene los ojos cerrados, lo que le otorga un aire de serenidad o contemplación. El uso del blanco y negro crea un fuerte contraste visual, sugiriendo un tema dualista o de equilibrio entre opuestos, como luz y oscuridad, bien y mal, o el yin y el yang. El estilo parece ser minimalista y simbólico, enfocándose en el juego de luces y sombras para crear una sensación de armonía.
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